LECCIÓN 2: HISTORIA
DE LA ASTROLOGÍA (1ª parte)
LOS ORÍGENES
Con el estudio de la Astrología
nos iniciamos en un saber milenario, y ciertamente es así, porque la Astrología
es tan antigua como la historia de la humanidad, todas las civilizaciones la
han utilizado y han hecho sus aportaciones.
Pero, como todo, la Astrología
tiene un origen.
Su origen se remonta a la
prehistoria, etapa en la que el hombre primitivo, al vivir en un estrecho
contacto y una dependencia total de la naturaleza, tuvo que aprender a
establecer una relación entre sus ciclos (desde el más básico día/noche, a las
diferentes estaciones del año, por ejemplo) y los cambios de posición de las
estrellas en el firmamento, las fases lunares y las variaciones en la
orientación del Sol a lo largo de las cuatro estaciones.
Así se pudieron identificar y
prever los cambios de las mareas, los eclipses, las temporadas de frío y
calor… todos los cambios que a nosotros nos parecen tan normales y generalmente
podemos prescindir de ellos, en tiempos remotos, la vida dependía absolutamente
de ellos. Al sistematizarlos y preverlos permitió al hombre primitivo organizarse mejor.
En los inicios de la humanidad,
las personas aprendieron a establecer unos puntos de referencia para organizar
su vida, prever acontecimientos y obtener una mayor seguridad. Desconocían la
cadencia de los ciclos naturales y pudieron establecerlos observando los astros
y relacionándolos con sus cambios de posición.
De la misma forma, observaron
como los recién nacidos presentaban algunas características diferenciadoras muy
marcadas, según el momento del año en el que nacían. De hecho es por pura
lógica, las personas nacidas en pleno invierno necesitaban ser mucho más
resistentes y tendían a la sobriedad.
En cambio, las criaturas que
venían al mundo en primavera o con el calor del verano parecían más tranquilas
y alegres y se lo podían permitir, puesto que tenían la supervivencia mucho más
fácil.
De esta forma fueron
estableciendo las diferencias entre los distintos signos a través de leyes de
analogía entre el periodo correspondiente y las características más
significativas del carácter.
Esta sabiduría de la naturaleza
fue apreciada por las sociedades primitivas, que notaron como las diferencias
de carácter de las personas nacidas en cada etapa del ciclo anual, daba lugar
al equilibrio entre todas las personas, como estudiaremos en la lección
destinada a los signos del zodiaco.
Todavía hoy en día, que el
progreso de la vida moderna ha hecho que nuestra supervivencia al nacer no
dependa (al menos en los países más desarrollados) de las condiciones externas,
conservamos en nuestro inconsciente, grabado de forma atávica después de miles
de años, las características más significativas de nuestro signo del zodiaco.
En resumen, hemos visto que la
Astrología nació con la propia vida humana en la tierra, pues la absoluta
ignorancia sobre los ritmos más básicos de la naturaleza, hizo que el hombre se
fijara intuitivamente en la relación que se daba entre el cambio de posición de
los astros y los que se producían en la tierra.
Estos conceptos tan elementales
para nosotros estaban llenos de connotaciones misteriosas y de atributos
sobrenaturales, marcados por el miedo a lo desconocido. Este miedo, innato al
ser humano, era especialmente marcado en los tiempos primitivos, hasta que poco
a poco se aprendió a reconocer y después a organizar el tiempo, estableciendo
un rudimentario sistema cronológico. La base de estos estudios empezó a partir
de las fases de la Luna, que daría lugar a los primeros calendarios, y que
posteriormente se combinaría con los movimientos solares.
Esto permitió lentamente, una
organización más racional de los ciclos de la vida en sus diferentes niveles,
satisfaciendo las necesidades más básicas de seguridad y dando un todavía
precario sentido del orden en su existencia. Y es partiendo de aquí que se
derivó hacia un establecimiento de los presupuestos astrológicos, siguiendo el
sistema de analogía, entre las personas nacidas en las diferentes épocas del
año.
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